RETINA Y MÁCULA
Existe una gran variedad de patologías que afectan a la retina y la mácula que con frecuencia repercuten negativamente en la agudeza visual. Por esta razón es fundamental hacer un diagnóstico precoz antes de que produzcan daños irreversibles. Para alcanzar este objetivo es necesario hacer revisiones oftalmológicas como mínimo una vez al año. Entre las patologías más frecuentes encontramos, la Degeneración Macular Asociada a la Edad, la Retinopatía Diabética y el Desprendimiento de Retina.
La Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE), es un proceso de envejecimiento que forma parte de un proceso evolutivo y de deterioro continuo que sufrimos los seres vivos. En este proceso se afecta la visión central y nunca la periférica; es por esta razón que no se produce ceguera total. Sin embargo, los pacientes afectados pueden perder la capacidad para realizar las funciones y tareas más elementales como leer, escribir, coser, conducir etc., llegando a afectar seriamente la calidad de vida, de ahí la importancia de realizar un diagnóstico precoz.
La Retinopatía Diabética, es una complicación de la Diabetes Mellitus. En esta patología se producen alteraciones vasculares retinianas que pueden provocar, dependiendo de su severidad, una disminución de la agudeza visual e incluso ceguera. Con el paso de los años la casi totalidad de los pacientes diabéticos desarrollarán algún grado de retinopatía. Su tratamiento corresponde a los médicos de cabecera, endocrinólogos e internistas, la función principal del oftalmólogo consistirá en realizar estudios de fondo de ojo para controlar el estado de la retina y sus vasos. Todo paciente diagnosticado de Diabetes debe someterse a un control oftalmológico como mínimo una vez al año.
El Desprendimiento de Retina, es una alteración ocular provocada por una separación entre determinadas capas de la retina. La forma más frecuente es la que se produce por una acumulación de líquido entre el epitelio pigmentario y el resto de las capas retinianas. Este fluido penetra a través de pequeñas heridas o desgarros como consecuencia generalmente de traumatismos oculares o en pacientes que tienen cierta predisposición como es el caso de los miopes. El tratamiento del desprendimiento de retina siempre es quirúrgico y en la mayoría de los pacientes afectados se consigue una buena agudeza visual final.